La guerra forma parte de la cultura de la humanidad. Las sociedades veneran a sus guerreros, les dedican monumentos y nombres de calles. Los textos literarios más remotos, el Antiguo Testamento, el poema de Gilgamesh y, sobre todo, la Ilíada, hablan de combates y de hazañas bélicas. Tal vez por eso, los historiadores asociaban siempre la guerra a la cultura y sostenían que, en la larga época en la que los hombres subsistían como bandas dispersas de cazadores-recolectores, se podía hablar de violencia entre individuos, pero no de guerra. Eso ha cambiado.
El descubrimiento en 2016 de una matanza de hace 10.000 años, cerca del lago Turkana, en Kenia, puede confirmar las sospechas que cada vez más científicos barajaban: la guerra es tan antigua como nuestra especie; antes de que hubiese propiedades y territorios que defender, ya existían conflictos.
Una de las representaciones más antiguas de lo que parece un conflicto prehistórico se encuentra en el arte levantino, como la Cueva del Civil del barranco de la Valltorta, en Tírig, o en el Abric de les Dogues, en Ares del Maestre, que muestra a arqueros enfrentándose. Sin embargo, es muy posible que estas pinturas hubiesen sido realizadas ya durante el Neolítico y, sobre todo, como explica Vicent, "la interpretación directa del arte prehistórico es siempre una ingenuidad". "No tenemos ni idea de qué significan las representaciones, más allá de los elementos reconocibles que intervienen en la composición de las escenas", agrega. ¿Se trata de una guerra o de una danza? ¿Fueron pintados todos los arqueros a la vez? En realidad, estas preguntas se pueden formular en casi todos los hallazgos del pasado remoto: la violencia es indiscutible, la guerra se pierde en la niebla del tiempo.
Una de las hipótesis que se han barajado sobre la desaparición de los neandertales es que hubiesen sido exterminados por los sapiens, la especie humana que les remplazó. Antonio Rosas lo niega: "No hay ninguna evidencia de coexistencia entre esos dos grupos. La extinción de los neandertales no se produjo por violencia, sino por desplazamiento ecológico".
Existen muchas evidencias para decir: las guerras existen desde antes de la existencia de la especie humana; además que es muy difícil que haya existido una sola especie, por lo tanto, ¿cómo se extinguieron los demás seres? A no ser que existiera un desastre natural lo suficientemente potente para hacerlo, la respuesta es que gracias a las guerras.
Las guerras actuales tienen como origen múltiples causas, entre las que suelen estar el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, dirimir disputas económicas, ideológicas, territoriales, etc. En Ciencia Política y Relaciones Internacionales, la guerra es un instrumento político, al servicio de un Estado u otra organización con fines eminentemente políticos, ya que en caso contrario constituiría una forma más desorganizada aunque igualmente violenta: el bandolerismo por tierra o la piratería por mar. En las sociedades primitivas tribales su origen aparece más claro: deriva de dos elementos: presión demográfica y escasez de recursos.